Acurrucado en
el sofá repara en que ya terminó el film que hacían por televisión. No está
seguro de si se quedó dormido un rato o anduvo ensimismado en sus pensamientos
ajeno a todo pero el hecho es que no terminó de ver la película y ahora siente
un leve desconcierto.
El señor
Vidal, como le llaman en el trabajo, se ha pasado el sábado entero tirado en el
sofá con la televisión encendida, sin comer, sin beber, sin atender las
molestas llamadas de teléfono de su exmujer, sin cambiarse de ropa ni asearse
con la idea fija de no hacer nada y de intentar no pensar. Sin embargo su mente
hoy ha divagado más de lo debido. Intentando llegar a ideas claras no le han
surgido más que tremendas dudas.
Ya desde niño,
Julián se preguntó por el sentido de todo, por el objetivo de su vida y el
camino que debía recorrer, por la felicidad y la tristeza, por el bien y el
mal. Hoy también ha divagado sobre todo ello pero sus conclusiones parecen más angustiosas que nunca.
Julián Vidal.
Sesenta y seis años. Gerente de una pequeña empresa familiar textil que poco a
poco se ha ido viniendo a pique. Pensaba jubilarse hace un año pero el gobierno
se lo impidió y ahora enfrenta al menos un par de años más de trabajo sin ganas
ni ideas.
Julián Vidal.
Ex marido de Olga, que le abandonó hace doce años tras veinte de matrimonio
llevándose con ella la mitad de sus tristes ahorros, su apartamento recién
pagado y la mitad del amor de su hija Cinta.
Julián Vidal.
Padre de Cinta a la que no sólo ama sino que adora y que ahora vive expatriada
-dice ella- en un lejano país africano trabajando para una multinacional
petrolera y a la que ve sólo por navidades y contados días de verano.
Julián Vidal.
Hermano de Simon, alcohólico y putero empedernido que ha dilapidado su vida
entre las barras de bar de tugurios del Raval y las casas de putas más tristes
tras la muerte de su hijo Albert en accidente de tráfico y que aún puede
mantenerse gracias a la indemnización millonaria.
Julián Vidal,
ex niño prodigio en el liceo dónde las teclas del piano eran extensión de sus
dedos.
Julián Vidal,
gerente triste de su empresa en la que no supo nunca hacerla progresar
adecuadamente por su terrible manía de sentir compasión y querer ser correcto y
en la que nunca fue despedido por el amor incondicional de la propiedad por él.
Julián Vidal,
antiguo joven rebelde que creía en la gente, la democracia, el amor y la
bondad, que viajó por el mundo de mochilero atendiendo cuantas necesidades
femeninas de todas las razas y culturas se le acercaron, curioseando y amando
cuantas visiones distintas se le ofrecieron, investigando el sentido de la
existencia en los distintos caminos que recorrió.
Julián Vidal,
ex estudiante de derecho convencido en la lucha de clases, la solidaridad entre
las personas, la libertad y la justicia social y que nunca pudo trabajar de
abogado en estas lides y hubo de conformarse para mantener a su familia con el
trabajo de gerente de algo que no le importaba lo más mínimo pero a lo que
dedicó su vida laboral.
Julián Vidal,
acuciado por deudas que nunca podrá pagar y que desconoce solución a su
situación.
Se levanta del
sofá para dirigirse a la cocina y servirse una copa de vino tinto, consuelo a
la tristeza y desgana que le embarga. Absorto en sus ideas derrama parte del
vino sobre la encimera de la cocina aunque no se detiene a limpiar el
estropicio y vuelve a sentarse de nuevo en la sala fijando la mirada en un
anuncio de Audi donde un joven triunfador pasea con su auto por diversos
parajes alardeando de su juventud, belleza y éxito.
Julián se
vuelve a hacer las preguntas de siempre a las que nunca tiene respuestas: por
qué la bondad en el hombre es una debilidad?, por qué nuestra sociedad
considera el triunfo sólo en relación al éxito económico?, por qué los seres
duros, crueles y despiadados tienen muchos más números para vivir felices y ser
exitosos que los demás?, por qué los actos bondadosos son considerados como
incompetencia, debilidad o atraso?, por qué los humanos no nos determinamos a
trabajar duro por la felicidad de nuestros semejantes?, que hace que el mundo
obligue a que la felicidad sólo se consiga a través del servilismo?, por qué
motivo no somos capaces de rebelarnos y construir una sociedad con recursos
para todos en igualdad?, por qué los humanos nos vendemos al mejor postor y
priorizamos nuestro bienestar por encima del de nuestros semejantes existiendo
recursos de sobras para que toda la humanidad viva más que dignamente?, qué
hace que las personas acepten ser esclavos de un sistema que reconocen
injusto?, cómo puede ser que no nos demos cuenta que la masa humana es mucho
más poderosa que el sistema que beneficia unos pocos?, por qué la sociedad nos
obliga a adorar a ídolos de cartón que no aportan nada?, por qué motivo el amor
no es el máximo exponente de nuestros esfuerzos?, qué sentido tiene el esfuerzo
diario de millones de personas por progresar en un sistema que se orienta a la
esclavitud?, por qué las personas vivimos en un túnel económico del que no
podemos salir y se convierte en eje de todo cuando el centro del universo
debería ser el amor?, por qué la tecnología, las matemáticas, la ciencia y
demás avanzan para servir a las sombras y no a la felicidad de los miles de
millones de humanos?, por qué el mundo me cataloga a mi como un ser
insignificante y al dueño de Amazon como un visionario que hace avanzar la
humanidad?, por qué motivo es más importante inventarse un nuevo algoritmo para
una web revolucionaria que ofrecerse a ayudar a tu vecino enfermo?, por qué la
humanidad se cree que el coaching, la psicología positiva y demás artes son
bondadosas y surgieron para mejorarnos como especie?, por qué las
investigaciones en medicina se orientan a mejorar la rentabilidad y no la
salud?, por qué nos obligan a formar parte de un sistema del que no podremos
escapar, poco a poco, sibilinamente, desde la infancia?
Son preguntas
que a Julián le parecen tontas aunque sabe que són profundas, poderosas.
Tiene la vaga
esperanza que el ser humano va a progresar como especie para situarse en un
período de tres o cuatro siglos en una situación distinta, de igualdad y
fraternidad entre todos las personas, haciendo de la tierra un lugar armonioso
y feliz. Pero se trata de una esperanza vaga. La historia le enseña que pese a
los increíbles avances de la humanidad,
esta siempre se ha regido por las ansias de poder de unos pocos que han
masacrado o bien como recientemente hacen, manipulado a sus semejantes para
seguir en el poder y sojuzgar a los demás.
Julián piensa
tanto en ello que ha llegado a escribir un libro de preguntas que jamás se
publicará. Su hija, la expatriada, se ríe de él por su ingenuidad absurda y le
conmina a enfrentarse a la realidad tal cual es. Pero Julian se rebela y no
quiere vivir más en un mundo de mierda donde sólo se premia la maldad. A menudo
decide que ya está harto pero se encuentra sin herramientas de rebelión. Qué
puede hacer?
El señor Vidal
termina de pasar el sábado acurrucado en el sofá. De vez en cuando hecha el
aliento a los cristales de las gafas y los limpia con la camiseta de las
olimpiadas de Barcelona que aún resiste los embates de la lavadora. Cuando se
coloca de nuevo las gafas por unos instantes siente que todo se clarifica aunque es consciente que se trata de un
pequeño ritual personal para convencerse por unos segundos de que el mundo no
es un lugar tan sucio. Obsceno.
Se acomoda
mejor sosteniendo los cojines con armonía. Cambia de canal una y otra vez hasta
que fija su atención en un programa documental donde un tipo se dedica a
intentar sobrevivir en una zona desértica, alimentándose de alacranes, tomando
agua de los cactus y fabricándose una rudimentaria cabaña con unos arbustos.